Sin por qué

Me estoy durmiendo y no sé muy bien por qué posteo. Supongo que es para dar a saber que ando viva, a pesar que ya no ande casi por los blogs. Quizás sea por mera vanidad, para ver si me leen si me postean, para ver cómo funciona esto. Quizás sea porque... no sé. No se me ocurre otro por qué.
Escribo casi automáticamente, sin pensar qué, procurando solamente no perder la ortografía. No es tan tarde, pero mi cuerpo ya no resiste, se encorva casi hasta a estar a una distancia mínima del teclado y mis ojos se abren lo justo como para no escribir a ciegas. Mientras escribo no puedo dejar de preguntarme por qué lo hago. Y lo peor es que hoy no encuentro respuestas.
He escrito para descargar angustias, para ponerle palabras a sentimientos que no podía describir, para decir cosas que no podía hacer salir de mi boca, para dejar registro de situaciones, para descargar ideas que rondan en mi cabeza. He escrito por miles de razones, y hoy no puedo encontrar ninguna. Escribo para escribir. Escribo por escribir, esperando quizás encontrar en medio de todo una idea, un algo que me guste, que me incentive, que... nada, no sé qué busco. Será solamente el mero placer de tocar teclas y formar palabras, oraciones, algo que roce la coherencia.
Creo que voy a ceder y voy a cerrar esto, lavarme los dientes, dejar mi ropa y ponerme alguna remera para dormir. Abrir la cama, meterme en ella y sumirme en algún extraño sueño que mañana no voy a recordar mientras mi cabeza empiece a maquinar doscientas cosas hasta que por fin decida ceder y me deje dormir tranquila. Me voy a preguntar muchos por qué, de eso no hay duda. Voy a encontrar respuestas que pierden seguridad al despertar, voy a repetir la rutina de pensamiento que cambia todas las noches y sin embargo siempre es la misma. Me voy a dormir, chau.